Por: Consuelo Albornoz Tinajero
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Hace cuatro años, el economista Correa se posesionó como presidente, y uno de sus distintivos ha sido confrontar con los medios de comunicación desde el inicio de su mandato. ¿Por qué? Durante este lapso, que equivale a un período completo de gestión, se ha empeñado con denuedo en desacreditar a los medios. Los ha acusado de ser los responsables de todos los errores gubernamentales y los ha denominado "poderes fácticos". Quizá por ello se ha descuidado en consolidar ámbitos clave para el desarrollo humano de una sociedad, como la salud y la educación. A pesar del importante monto en el gasto en estos dos campos, muchos de los problemas que en ellos existían se mantienen. Y cuatro años ya son un tiempo suficiente como para exigir resultados a todo Gobierno. Incluso al de la revolución ciudadana.
El ahínco que el jefe del Estado ha puesto en infamar a los medios de comunicación y a periodistas es comparable solo con el afán de propagandizar a su favor. Los gastos publicitarios del actual Régimen desde 2007 se han elevado, año tras año. En 2007, el desembolso implicó un costo de casi $7 millones; en 2010, la cifra se disparó a cerca de $32 millones. Pese a este dispendio, el Ecuador no consigue mejorar su imagen internacional. La organización Freedom House lo ubica como un país "parcialmente libre": ¿una democracia a medias?, ¿una democracia limitada? Y, a nivel interno, según Cedatos, 98% de ecuatorianos pide al presidente que "propicie el diálogo y evite la confrontación". Es de colegir que no simpatiza con la diatriba presidencial.
En el campo de la comunicación y del periodismo, a más de lo dicho, los responsables de AP consiguieron posicionar a dos ex entrevistadores televisivos como líderes de la oposición y sacarlos de esos medios con este pretexto. También lograron convertir al presidente Correa en el político latinoamericano con mayor número de cadenas y enlaces a su haber.
Otro resultado frustrante fue haber anunciado que el Gobierno del presidente Correa inauguraría en el Ecuador la era de los medios públicos. El corolario es lamentable. En febrero de 2010, fueron despedidos los ejecutivos y la mayoría de columnistas del diario El Telégrafo por haber cuestionado el futuro aparecimiento de un diario sensacionalista y haber reivindicado su derecho a la libertad de expresión.
Para concluir este balance del correísmo, solo me queda reseñar el mérito de Carondelet de haber acumulado un total de 19 medios, "una especie de monopolio estatal", según Fundamedios. Y haber acuñado frases que nutrirán nuestro anecdotario: "Que les vaya bonito", "Se les acabó la fiesta" u otras que, por repetidas, han perdido sustancia, si alguna vez la tuvieron: "La patria ya es de todos" o "El Gobierno de la revolución ciudadana está en marcha".
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